El mundo romano: felicitas y beatitudo

Séneca vive a principios de la era cristiana, cuando ya se inicia una crisis de lo que ha sido Roma, cuando el hombre grecorromano apenas cree en nada - no cree verdaderamente en los dioses, todavía no cree en Dios -, teme a la muerte y lucha por la fama, en la que al menos se quiere salvar el nombre, como siempre ocurre en las épocas en que se deja de creer en la inmortalidad. Siempre me sorprende que no se conozcan los nombres de los arquitectos que hicieron las catedrales góticas, y si alguno se conoce es porque se ha encontrado en un archivo un contrato o un pleito, mientras que ahora el que publica un crucigrama en un periodiquito de provincia lo firma, porque hay que salvar el nombre. Hay una frase de Tácito, que solía citar Unamuno: ávido de mala fama; se trata de que se hable de uno, para salvar por lo menos el nombre; pero cuando uno se contenta con eso es porque no espera salvar nada más.
En esa época, anterior y algo posterior a Séneca, hay una terrible descreencia, es un momento en que no se cree mucho en nada. Pero la muerte está ahí, y hay temor a ella y se trata de buscar algún consuelo...

en La Felicidad Humana, 2008