Vaseline



Smile, smile, jalouin :)

Historia de la Filosofía Japonesa

Desde la más remota antigüedad los japoneses han creído que los dioses venían en primavera a sembrar y en otoño a ayudar en las cosechas. De modo que toda actitud frente a la vida estaba centrada en las labores agrícolas y en la ayuda que pedían a los dioses con fórmulas rituales durante la siembra y la recolección. De hecho, aún hoy, uno de los pocos ritos solemnes en que participa el emperador como sacerdote supremo del Shinto es la plantación y primera recolección del arroz. En este aspecto el Shinto heredó aquella mentalidad naturalista basada en una filosofía de la vida concreta y real más que en reflexiones metafísicas...
El lugar de encuentro del hombre con las deidades es la naturaleza misma que siempre se presenta viva y como informada por fuerzas misteriosas... Y la mayor preocupación del japonés primitivo era la impureza a una serie de acciones tales como cegar los arroyos de regadío, tocar cosas inmundas, sacrificar animales domésticos, maldecir a los demás y otros actos expresamente señalados como origen de desorden y mancha física o moral.
La distinción entre el bien y el mal y, por lo tanto, el concepto de pecado gira en torno a la mácula que en el sentimiento humano origina toda acción ordenada a impedir el curso natural de la vida, y en general de las cosas que de algún modo se relacionan con los demás.
Historia de la Filosofía Japonesa, 2000
Jesús González Valles

Executive Koala




Un koala asesino, solo en japón.

Koara Kacho
Director: Minoru Kawasaki
85 minutos
Japón, 2005

Sanatorio bajo la clepsidra

Lo llamo simplemente el Libro. Libro, sin más epítetos ni definiciones, y hay en esta obstinación algo de desamparado suspiro, una silenciosa capitulación ante la magnitud de los trascendental, porque ninguna palabra, ninguna alusión, sería capaz de resplandecer, despedir aroma, vibrar con un escalofrío de miedo, frente al presentimiento de algo sin nombre, cuyo sabor en la punta de la lengua supera nuestra capacidad de asombro.

¿De qué podrían servir los adjetivos patéticos y la espuma grandilocuente de epítetos ante ese infinito, ante esa magnitud sin término? Además el lector, el verdadero lector a quien se dirige este libro, lo comprenderá cuando le mire fijamente a los ojos, y en su profundidad, brillaré con un resplandor. En esa mirada breve y penetrante, en un furtivo apretón de manos, él alcanzará, atrapará, conocerá y cerrará los ojos cegado por la profundidad de la percepción. ¿Acaso, bajo la mesa que nos separa, en secreto, no permaneceremos cogidos de la mano?
Sanatorium pod Klepsydra, 1931
Bruno Schulz

Together in electric dreams