La sonrisa de Hiroshima

encuentro con Hiroshima, de La sonrisa de Hiroshima

Tierra, tierra muda.
Muda, con la piel quemada
con el cuerpo desnudo
perdón, Hiroshima...
Perdón por cada paso
que golpea una herida y abre una cicatriz...
Perdón por cada mirada
que -aún acariciando- duele...
Perdón por cada palabra
que enturbia el aire
donde buscas a los niños
los pueblos de criaturas
perdidas para siempre.
Tumba inexistente...
viento... viento... viento... viento...
Y sus voces
apenas resonando ahora
más extinguidas día a día
únicamente en el recuerdo...
¡Oh, cementerios inexistentes... inexistentes...!
¡De quererlos llorar
no se les puede
estrechar en los brazos,
al menos una urna
una tumba tan sólo...!
¿Dónde están tus pequeños, Hiroshima?
Quizás en el océano de plata impasible...
Quizás en la infinita bóveda del cielo...
O, acaso, en esta misma tierra que yo piso...
Cada paso que doy lo doy con miedo...
Cada palmo de tierra, esconde un catafalco...
Es como si la tierra que yo piso
hubiera dado un grito: ¡Madre...!
...
Surîsul Hiroşimei, 1958
Eugen Jebeleanu